martes, 31 de diciembre de 2013

Os deseo salud, salud y salud

¡Buenos días! Es martes y no diría que se acaba el año. Me ha dado la sensación de que pasaba 2013 como una exhalación. Hoy es un día en el que todos, de forma pública o privada; de forma consciente o inconsciente; o ya sea de forma voluntaria o involuntaria al ver los resúmenes de las noticias más importantes del año, hacemos un repaso de lo que ha sido para nosotros. Digo repaso porque un balance vendría a ser algo más complejo y tendríamos que entrar a valorar qué hemos hecho bien y lo que ha estado mal. Tenemos ya muchas preocupaciones como para dedicarnos a ponernos nota.

Lo que este año he aprendido es que más vale no marcarnos propósitos de año nuevo. Si día 31 de diciembre junto con las campanadas estamos pensando en los kilos que vamos a perder, el gran nivel de inglés que vamos a adquirir o las horas de gimnasio que dedicaremos a la semana lo único que haremos será que el año que viene nos sentiremos algo peor por no haber cumplido nada de eso. Quizás soy muy práctica pero más vale marcarse pequeños (o grandes) objetivos durante el año.

Si aún así queréis pedir alguno de los típicos 'salud, dinero y amor' no olvidéis que sin el primero; el resto no tiene demasiado sentido. Cuando llega la enfermedad a una familia, no sólo la sufre el que la padece sino que todo el entorno está perjudicado. Por desgracia, somos muchos los que sufrimos y la mayoría destacamos la importancia de las personas que tenemos al lado. Sin ellas, todo se volvería cien veces más complicado. Es por eso que me gustaría que mirarais a vuestro alrededor y tendierais la mano a quién le puede hacer falta. Hablo simplemente de un familiar, amigo o quizás vecino pero eso sería una de las mejores cosas que podrías hacer en 2014. Vida estresante la tenemos (o teníamos) casi todos pero el tiempo que uno ocupa haciendo el bien es muchísimo más valioso que el que dedicamos a nuestras rutinas.

Me aburre nochevieja pero aún así os deseo que tengáis una gran entrada de año.

PD: Mucha fuerza Michael Schumacher. Necesito tener buenas noticias tuyas.


¡Felices fiestas y Visca el RCD Mallorca!

lunes, 25 de noviembre de 2013

Vive

Buenos días amigo/as,

El lunes. Para muchos, el peor día de la semana pero seguro que para otros, un día más. No te paras a pensarlo cuando tienes actividad laboral pero cuando no está, ¿qué diferencia existe entre un lunes y un viernes? Escribo hoy después de varias semanas ausente. Digamos que he tenido visitas a médicos, revisiones, tribunal del INSS; en fin, muchos trámites que tengo que cumplir habitualmente. Si os soy sincera, no tenía demasiados motivos 'alegres' como para plantarme delante de una hoja en blanco y expresar lo que me pasaba por la cabeza. Hoy sí.

Los sueños se cumplen

Va en serio. Tiene apenas 17 meses menos que yo y aunque cambiaría algunas (o muchas) cosas que la caracterizan, mi hermana pequeña me ha dado una lección en las últimas semanas. Su 'mamitis' de siempre la llevó a querer imitar a nuestra madre en algunos aspectos de la vida. Margarita siempre ha sido una mujer muy luchadora y una auténtica fuera de serie en su trabajo. No es porque sea su hija pero es que es de esas personas capaces de vender un frigorífico en el polo norte y además con la absoluta satisfacción del cliente. Una persona que ha tratado con ella, vuelve. De pequeñas siempre lo hemos visto y a mi hermana Tere siempre le atrajo la idea de ser la 'sucesora' de su referente. Pues bien, estudió Diseño de Interiores con el objetivo de ser una de las mejores. No escatimaba en días y noches sin dormir para presentar exactamente los trabajos que ella proyectaba en su cabeza. No se conformaba con el típico "me vale con aprobar". Hoy ese empeño la ha llevado a formar parte de un grupo de excelentes personas que ha decidido pintarle la cara a la crisis y al mal tiempo económico para decir aquí estamos nosotros. Somos jóvenes sobradamente preparados y con experiencia. El 22 de Noviembre abría en Barcelona la prolongación de Vive Estudio en El Masnou (Cataluña). Se trata de un estudio de reformas, construcción, diseño de interiores, decoración y un sinfín de actividades más.

Con vistas al opening de día 22 ya planifiqué mis citas médicas para esa semana y así pude echarle una mano. La verdad es que no pude hacer gran cosa para la inauguración. Digamos que soy poco manitas y mi creatividad fue olvidada el día de mi gestación pero debo tener otras cualidades y he podido serle de ayuda. Aún así, nuestras jornadas fueron maratonianas. No se podía escapar ningún detalle. Mañana, mediodía y noche estábamos hablando y pensando en que no se nos podía escapar nada. Creo que se logró. Nico, Javi, Marc, Tere -los socios- junto con Vanesa y Sara derrocharon esfuerzos para que saliera adelante una gran noche.

Decir que asistieron 200 personas creo que es quedarme corta. El local estaba perfecto: amplio, con detalles de decoración muy originales y lo más importante: sus integrantes estaban pletóricos por haber logrado que su sueño tuviera cara y ojos. Eso lo trasmitían y con eso nos quedamos los invitados. La ilusión mueve el mundo.

Aunque no tenga nada que ver con una lucha contra una enfermedad, es un ejemplo más de que si te empeñas en lograr algo, lo conseguirás. Costará pero podrás hacerlo.

VIVE Estudio: Passeig Prat de la Riba, 24 El Masnou
VIVE Barcelona: Muntaner, 190 Barcelona

Un saludo amigos,

Ester


PD: En cuanto a lo mío, tengo una nueva y pequeña esperanza. Prefiero no hablar de ella pero mantiene esa ilusión de la que os hablaba unas líneas más arriba.


lunes, 28 de octubre de 2013

Un calvario llamado anticoagulante

No salgo de mi asombro. El único medicamento que necesito se llama anticoagulante y parece lo más sencillo del mundo tomar uno de forma correcta. Al producirse un episodio de trombosis automáticamente pasa a ser el salvavidas. En un primer instante su función es disolver el coágulo que existe en el punto que sea pero más adelante se convertirá en mi compañero de batallas. Él y yo ya no nos separaremos nunca.

Cuando el cirujano vascular que me atendió en el primer ingreso me explicó que me faltaba la vena cava (una vena bastante importante por lo que me he podido informar a posteriori) parecía que esa malformación no me daría demasiados quebraderos de cabeza si tomaba el más que sonado 'Sintrom'. Al oír el nombre de ese fármaco me entró la risa interna. La palabra trombosis ya me evocaba cierta reminiscencia a 'vieja' pero el vocablo 'Sintrom' ya lo confirmó. Me estaba pasando algo que le ocurre a las personas mayores. Llamadle problemas circulatorios o como deseéis pero era el momento de descubrir por qué me pasaba una cosa que en teoría debería pasarme a los 65 o 67 -desde el gobierno de Zapatero- por lo menos (justo esa edad porque es a la que te retiras y cuando empiezan a salir todos los males acumulados del cuerpo).

Entonces, ¿cómo afectaba que no tuviera esa vena (agenesia) y qué relación tenía con que sufriera una cosa más propia de jubilados que no de personas jóvenes? Me costó casi un mes saberlo porque me hicieron varias analíticas genéticas en ese tiempo y los resultados se hacían esperar. Al tenerlos se pudo completar mi diagnóstico y para explicarlo utilizaré un símil.

Las venas principales de los muslos se llaman femorales; aquí les llamaremos autopistas. Y nos imaginaremos además que son como estas que hay en la isla, de unos tres carriles. Cuando las autopistas suben por la ingle se encuentran entre ellas y en vuestros cuerpos (o al menos eso deseo), se encuentran y forman una todavía mayor como las que existen en Alemania de seis carriles. Esa enorme se llama vena cava y sube al pulmón. Servidora no la tiene. La suplen varias carreteras secundarias que se entrelazan entre si y después sí se juntan para llegar al pulmón. Vamos, que la sangre (vendrían a ser los coches) que sube por las autopistas se encuentra una enorme retención en la zona de la ingle. La sangre si no está en movimiento se coagula así que poco a poco se va formando un trombo...

Además de esta gran noticia, las analíticas confirmaron que mi sangre era un tanto 'rarita'. Y es que de cuatro factores de coagulación, tres los tengo mutados. Eso en cristano significa que mi sangre es más espesa de lo normal. Juntadlo ahora con la retención que os comentaba. Sólo mi amigo anticoagulante podía ejercer como guardia de tráfico...

Y bien comenzaba en septiembre de 2012 con el Sintrom. Todo eran pegas: necesitaba control muy a menudo, interfería en alimentos, bebidas, mayor sangrado y ya me advirtieron que era muy difícil regularlo. Me hizo mucha gracia que al salir del hospital me dieron una especie de calendario a tres semanas vista. En él cada día había una cantidad diferente de medicamento. Hoy una pastilla, mañana, media, el próximo tres cuartos. No podía acordarme nunca sin mirar la dichosa hojita. Hasta cinco meses estuve con ese medicamento sin lograr ni dos veces seguidas tenerlo en rango como dicen los hematólogos (médico de la sangre que no confundir con el vascular que es el de las venas).

A finales de febrero seguía con mi querido Sintrom a pesar de que no estábamos siendo tan amigos como deberíamos. Me fastidiaba en muchas cosas pero lo que más me preocupaba era que no tenía nunca la sangre como debía; en los niveles que tocaba. No había forma de ajustarse. No obstante los hematólogos varios que visité se cansaban de decirme que estaba a salvo con ese medicamento y que era la única solución que había. JA JA JA.

Me empezó un dolor fortísimo en la pierna derecha. Me alarmé desde el primer momento porque sabía que no era un dolor igual al que sentía en la izquierda. Nada que ver. Era, tal cual, el dolor desgarrador que sentí con la primera trombosis. Aguanté varios días y al final fui al hospital. El médico de turno, con bastante poca mano derecha me soltó: "Mira, te voy a hacer un eco-doppler (ecografía en la pierna) para ver qué hay pero ya te digo yo que haya o no haya trombo nuevo no podemos hacer más que usar anticoagulante". Estaba convencida de que lo había pero él no lo encontró. Me mandó a casa como si nada. Ah sí, con el pertinente paracetamol para que no te sientas menospreciado. Muchas gracias...

Dos días después, un sábado, volví. El dolor sólo crecía. Me topé con un doctor joven que no conocía y a él casualmente no le llevó más de dos minutos el detectar el coágulo. No estaba en una zona habitual pero no era moco de pavo por lo que vi en la pantallita. Sabía que era eso pero se me vino el mundo encima al tener la confirmación. ¿No me habían dicho una y otra vez que estaba a salvo? Sin salir de urgencias fui a hablar con el hematólogo. Éste también era joven pero digamos que no fue tan profesional. Decidió cambiarme el Sintrom por Heparina. Es otro anticoagulante pero inyectado. Me dijo que a partir de esa noche me pinchara ese nuevo medicamento porque en unos meses haríamos más pruebas genéticas. Con la Heparina estaría mejor anticoagulada. Hice lo que me dijo. Me empecé a pinchar todas las noches. Sin falta y sin miedo.

Ictus

Cuatro días después de este cambio me mareé, perdí prácticamente el conocimiento y mis padres tuvieron que llevarme de nuevo al hospital. No tenían ni idea de lo que me ocurría y yo, menos. No había hecho nada raro. Esa noche y unas cuantas más hasta 14 las pasé en la unidad de ictus y en neurología. Y me pregunto de nuevo. ¿No estaba yo tan bien anticoagulada y no me podía pasar nada más ya? Respondan ustedes mismos...

Por suerte la isquemia cerebral no me dejaba grandes secuelas a banda de una pérdida de visión en el ojo derecho y un fuerte hormigueo en el brazo izquierdo. Se solucionará con el tiempo. No fue nada grave ni me ha dejado grandes consecuencias pero semanas más tarde supimos que ese ictus fue 'provocado'. En el ABC de un hematólogo está hacer correctamente el cambio entre anticoagulantes porque si no se hace bien pueden provocar daños irreparables. El mío, no lo hizo.

En mayo aproximadamente ya me puse en manos del Dr. Fontcuberta, jefe de Hematología en las clínicas Sant Pau i Dexeus de Barcelona. En cuanto le vi supe que él sería mi médico por los siglos de los siglos. Su forma de hablar, de expresarse o de escribir eran realmente adorables. Él me cambió la Heparina por Warfarina, otra pastilla para poder dejar de ser un colador después de todos los pinchazos de marzo a mayo. Un lujo. Era más moderno que el Sintrom y teóricamente me daría menos problemas.

Por motivos que aún desconocemos tampoco no fue el definitivo. Me pasaban decenas de desastres pero no quiero ni recordarlos. No había forma de regularlo, tenía hemorragias constantes y lo más preocupante es que no estaba a salvo. De seguir así, podía tener un susto en cualquier momento. En septiembre fue el momento de hacer otro cambio porque no íbamos por buen camino. Era el momento de probar con un medicamento nuevo, salido al mercado hacía poco más de dos años pero que en casos de Trombosis Venosa Profunda aún estaba en fase de prueba. Me daba igual ser conejillo de indias. Peor no podía ir pensaba yo. ¡Qué ingenua...! Para empezar, 85€ cada caja aunque confiaba en que la Seguridad Social lo cubriría. Pasados cuatro días después de empezar a tomarlo me hacían visitas unos mareos muy desagradables. Solían hacerlo de tarde y podían quedarse conmigo hasta cuatro o cinco horas. Estaba segura que era el Xarelto 20mg pero no quería alarmar al personal. El colmo llegaba a los nueve días cuando tuve una hemorragia interna. No lo toleraba tampoco. Mazazo. ¿Y ahora qué?

El Dr. Fontcuberta me había facilitado su teléfono y me dijo lo que tenía que hacer. Lo hice. Pinchazos de nuevo y el 23 consulta en Barcelona. Otra vez. Ese día decidimos probar con Xarelto de 15 mg para ver qué tal lo toleraba. Me insistió en que le llamara a cualquier hora y por lo que fuera. Una entrega total que nunca sabré agradecerle. A nivel médico no tuve ninguna necesidad de llamarle porque todo iba sobre ruedas. Iban pasando los días sin novedad. A mediados de octubre me explicó que no estaba bien anticoagulada con el de 15 así que subíamos de nuevo al de 20mg.

La sorpresa desagradable en ese momento llegaba por parte de la Seguridad Social. A pesar de que el vascular del hospital público me lo había recetado, el inspector decidía que a mí no se me concedía el medicamento ya que "no se financia dicho medicamento puesto que no está indicado para la prevención de trombosis". Al leerlo a mi médico de cabecera y a mí se nos saltaron los ojos. ¿Prevención?¿Qué más tenía que pasarme para que lo consideraran el medicamento adecuado para mi enfermedad?

No tengo una solución todavía pero mi empuje no les dará el gusto de que me quede con los brazos cruzados. Seguiré hasta el final. Prometido.




lunes, 7 de octubre de 2013

Mis compañeros de viaje

Habitación con sala y balcón. Me sentí la persona más afortunada del mundo. Al salir de la UCI me subieron a planta y dentro de lo malo, me pareció el lugar más perfecto del hospital. Sólo quería una cosa, no ver el Iberostar Estadio desde la ventana como había tenido esos cinco interminables días anteriores. Y no, era una habitación grande con una salita de visitas y hasta podría salir a tomar el aire. No sabía cuando pero en algún momento podría. Era la más grande que recordaba y se quedó pequeña para dar cabida a todos los compañeros de este largo viaje.

Después de unas horas a solas con mi familia decidí armarme de valor y coger el teléfono. Sabía que me podía encontrar de todo. Así fue. Más de cien mensajes, llamadas, muchos privados de Facebook o incluso gente que no conocía de absolutamente nada se puso en contacto conmigo a través de Twitter. Me agobié bastante y sólo hice un repaso por encima. Ahí me di un golpe con la realidad pero la sensación era de un profundo agradecimiento. No me cansaré de daros las GRACIAS a todos. Percibí que algo grave me estaba sucediendo. ¿O tal vez podía haberme sucedido pero lo había superado? Ni idea porque en realidad sólo sabía que tenía una trombosis. La palabreja retumbaba una y otra vez en mi cerebro pero era hueca. No le encontraba significado. Necesitaba una cosa. Y llegó.

La puerta de mi habitación debió abrirse unas 40 veces en el primer día de visitas. Sólo esperaba eso. Ver a mis amigos ahí. Estaba fatal de salud pero mi cara se iluminaba cada vez que oía la puerta. Muy dificilmente se me borrará de la retina la cara que ponían al verme. Me pongo en su piel y seguro que durante el trayecto hasta esas cuatro paredes venían en silencio y preguntándose cómo me verían o qué me podían decir. Creo que se lo puse bastante fácil porque con mi sonrisa ya les tranquilizaba. Como vivía en la inopia trataba de contarles cómo me sentía pero después el objetivo era cambiar de tema. Me daba igual fútbol que ropa que temas familiares o académicos.

En esos días me llevé muchas sorpresas y todas agradables. Prácticamente nadie falló. Y el que lo hizo sus motivos tenía. No hay que darle más vueltas y además ya os digo yo que si me necesita, ahí estaré. Tanto me da porque yo me quedo con todos los demás. Ojalá nunca se me borre toda esa emoción.

Tras 15 días más en planta no podía decir que tuviera ganas de marcharme. Todo el día estaba acompañada y después de la última época de mi vida en la que no veía a los míos en semanas, eso me parecía fabuloso. Con tan poco me conformaba, sí. Las enfermeras me decían que debían de quererme mucho porque era la habitación que a todas horas más gente tenía.

Al salir me tocaba reposo absoluto en casa. Tenía muchas preguntas en mi cabeza porque me habían dicho que tenía una malformación de la vena cava (ni ubicaba esa dichosa vena ni sabía que en realidad, no la tenía). Pasé de buscar nada en Internet porque sé que aunque padezcas un catarro, esos foros parece que los carga el diablo y siempre acabas leyendo palabras como cáncer o enfermedad terminal. No me interesaba. Yo quería ser como un caballo de galera. Sólo mirar al frente y seguir el camino. Por eso era muy importante estar siempre con gente.

Mientras yo vivía en la luna la peor parte se la llevarían mis seres más queridos. Estoy convencida que del primero al último se leyeron por lo menos las diez primeras páginas de resultados de Google para lograr entender qué me estaba sucediendo y lo más importante. ¿Qué se podía hacer? Esa preocupación la percibía constantemente pero yo no quería entrar en el juego. Ya suficiente dolor tenía. Ah y unas piernas hinchadas como dos bombonas de butano.

Nunca habría dicho que una caja de galletas diera para tanto. Perdí la cuenta de cuántas Cuétara de la caja roja se repusieron durante esas tardes de finales de septiembre y octubre. En mi casa siempre han sido buenos anfitriones y visita que venía, visita que no se libraba de comer una o varias. Entre unos y otros pasamos muchísimas horas sentados en la cocina hablando de mil cosas. Da igual quien viniera que sólo era cuestión de añadir sillas.

Estaba tan feliz con la situación que no se me ocurrió nada mejor que pedirle a mis padres que organizáramos una fiesta en casa. No falló nadie. Otra muestra enorme de amor, ya no solo amistad.

Quizás lo lógico sería pensar que al principio era normal que todo el mundo se volcara pero que poco a poco se iría diluyendo. Pues pasado un año os aseguro que sigo sintiendo el calor de todas esas personas y de las que voy conociendo por el camino. Y eso no tiene precio. Jamás podré agradeceros todo lo que me dais día a día. Aprovecho también para decir que siento estar siempre hablando de cómo me encuentro, que parezco un disco rayado. Sé que me perdonáis, ¿no?


Escribiría todos los nombres que me vienen a la cabeza pero mi memoria de pez me jugaría una mala pasada y me dejaría a más de uno pero sí quiero destacar la figura de mi abuela. En este año le ha dado su cuarto ictus. Ya nunca será quién fue. La mayor satisfacción que tengo es que celebramos su 85 cumpleaños después de haberlo organizado juntas y que saliera todo mejor de lo esperado. Hoy ni sabe que estoy escribiendo esto como tampoco sabe ni cómo se llama ella pero hace algo que me sorprende. No se ha olvidado que me ocurre algo en la pierna. Soy una afortunada.

Me encontraréis en:
Twitter: @epaglialonga
Gmail: epaglialonga88@gmail.com

viernes, 27 de septiembre de 2013

Adaptarse a una nueva vida

Suena el despertador y sólo me viene una cosa a la cabeza: ¿cuántas horas tardará el dolor en llegar? Suplico interiormente que al menos me deje vivir hasta mediodía. Pido demasiado y lo sé pero tengo que intentarlo porque algún día llegará. Obviamente me planteo muchas cuestiones tan sencillas como ésta. ¿Volveré algún día a poder sentarme sin la ayuda de una silla de apoyo para la pierna izquierda? La mayoría de mis cuestiones son bastante negativas pero como persona optimista que me considero no perderé ni un minuto más en vomitarlas. ¿Para qué si no hay respuestas de momento?

Me gusta levantarme pronto. Me hace sentir útil. Casi siempre tengo algo que hacer y procuro programarlo por la mañana y cuanto antes, mejor. Inconscientemente (y en parte muy conscientemente) busco un motivo por el cual levantarme. Es un buen mecanismo para no caer en la más absoluta depresión cuando cambias radicalmente de vida de la noche a la mañana.

En este año he tenido que cambiar mi lista de prioridades; de hecho ésta ha dado un vuelco. Lo que prácticamente no estaba ni entre las diez primeras del ranking, hoy son una prioridad. Y ahora levantarme para ir a andar o al gimnasio ya es un súper motivo. Que os voy a contar que no hayáis leído antes pero... el deporte tiene muchísimos beneficios. Me ha venido muy bien psíquicamente a pesar del dolor que me produce. Para mí se ha convertido en una vía de escape fantástica.

Un gran empuje me lo han dado también los libros. Leo todo lo que cae en mi mano sobre historias de superación. Las hay de muchos tipos y todas son realmente emocionantes. Lo que extraigo es que cuando la vida te da un golpe y da un giro de 180 grados hay que mentalizarse de que ya nada volverá a ser como antes. Nuevos condicionantes internos y externos harán que el día a día ya no sea igual. He abierto los ojos y me he dicho: ¿y qué? Ahora es cuestión de adaptarse a lo que ha venido. De nada vale rasgarse las vestiduras porque no puedo hacer una cosa o la otra; es momento de seguir con la sonrisa y afrontar las cosas tal y como vienen. Adaptarse o fracasar.

Me han marcado dos libros en estos meses: 'Levantarse y luchar' y 'Resiliencia, gestión del naufragio'. Éste último está plagado de historias sobrecogedoras. Os dejo la de Larry Bensadon: miedo, angustia, dolor y pánico pero termina saliendo el sol.




     

lunes, 23 de septiembre de 2013

Occidente y Oriente

Buenas noches,

Acabo de llegar de mi casi segunda casa, Barcelona. Ahí es donde están mis 'salvadores' de bata blanca y por eso debo visitarles a menudo (demasiado a menudo por desgracia). Me queda algo de energía para escribir este post así que intentaré hacerlo de la forma más decente posible.

Mis más cercanos me habíais oído hablar de la Medicina Tradicional China (MTC) desde hace varios años. Por motivos familiares sabía algo de esa cultura milenaria pero la verdad, educada en Mallorca y sin grandes problemas de salud en la familia, ni me planteaba que la MTC podía ser de gran ayuda incluso como prevención a cualquier enfermedad. A raíz de mi 'renacer' (lo llamaré así para no tener que nombrar la palabra trombosis cada vez) y sobretodo al ver que la medicina occidental no tenía más soluciones que el: "será largo, usa medias de compresión, anticoagulante y anda" me planteé seriamente lo de abrir mi campo de visión a la MTC.

Casi de sopetón, pasadas apenas tres semanas de haber salido de mi primer ingreso me plantaba en Milán inducida por este casi 'compromiso' familiar. En principio por una semana y sin saber a qué iba. Ahí iba a verme el Dr. Gaudenzio Garozzo; un reputado especialista en MTC y a su vez médico como los que conocemos en Occidente. El capítulo Milán merece uno o varios posts en exclusiva pero con el presente sólo quería haceros saber que tan válida es la medicina occidental como lo es la oriental. Cada una tiene sus límites y de eso son conscientes los profesionales de uno y otro bando pero juntas, pueden ofrecer muchos caminos y respuestas. Por desgracia, me he encontrado con que tienen una guerra abierta y ninguno de los dos bandos dará su brazo a torcer para dar mejor calidad de vida a sus pacientes.

En mi caso, debido a la malformación genética que sufro en la vena cava (vamos, que no tengo vena cava) y los factores de coagulación alterados necesito de la occidental porque no puedo vivir sin anticoagulantes; son mi seguro de vida. No obstante, el único alivio que he encontrado hasta la fecha para paliar el dolor es la MTC y en concreto, la acupuntura. Parece casi una utopía pero los casi tres meses que llegué a pasar en Milán fue la época en la que sentí menos dolor. Al llegar, por desgracia no he encontrado a nadie que sepa como el Dr. Garozzo cuál eran mis necesidades. Como sabéis, sigo con mucho dolor pero con las mismas ganas de encontrar a una persona que me pueda echar un cable en la isla. Así que desde aquí os pediría que si sabéis de alguien que se dedique a esto, me encantaría conocerle.

Los comentarios ya están definitivamente abiertos a todos los que queráis dejarme un comentario.

Un saludo,

Ester


lunes, 16 de septiembre de 2013

Menos mal que me pasó

"Menos mal que m'ha passat" fueron, tal cual, las frases que balbuceé nada más ver entrar a mis padres en la UCI aquél 14 de septiembre. Pensándolo fríamente, seguro les partí el corazón. Apenas dos horas antes de estar postrada en esa cama y entubada hasta las cejas, el gran Doctor y buen amigo Tomeu Munar me acababa de salvar literalmente la vida.

Tras semanas de dolor en la zona lumbar, después en el vientre y ya más adelante en las piernas; casi por casualidad me plantaba a viernes, día antes de viajar a Pamplona donde el RCD Mallorca jugaría ante Osasuna. Era un gran arranque de Liga porque llevábamos 11 puntos de 15. Todo iba sobre ruedas y ese equipo apuntaba alto. Como era habitual había entrenamiento vespertino y hablaría Joaquín Caparrós. Bien suponía que algún titular daría para que las palabras del técnico llegaran a Madrid o como mucho pensaba que habría alguna novedad en la lista. Mi pensamiento estaba totalmente centrado en esas tareas. En cambio, mi cuerpo no pudo más. Me encontraba realmente mal e incluso no podía ya ni dar un paso en firme. Lloraba a la vez que caminaba y no me podía ni explicar. Dolor en su máxima expresión. No sé ni cómo ni cuando logré llegar a la Policlínica pero ahí estaba Margarita. Mi salvación y mi tormento en toda esta larga historia.

El Dr. Blanco fue quien me comunicó que lo que tenía era algo llamado 'Trombosis Venosa Profunda' y que me iba directa a la UCI. Hacía horas que lloraba y sólo continué haciéndolo hasta que perdí la noción de espacio y lugar.

Este dramático momento fue un punto y a parte. Desde ese entonces (y aunque no lo sabía) dejaba atrás las maratonianas jornadas de trabajo, estrés, preocupación y exceso de responsabilidad que me tenían literalmente absorbida. No había horarios, paréntesis para comer o cenar y lo más preocupante es que dejé a un lado todo lo demás. Ahora lo veo claro pero en ese momento no era capaz que disfrutar de un domingo en familia con mis abuelas, una tarde de sábado con mi madre haciendo la compra o por qué no decirlo, salir de fiesta un viernes por la noche. Todo por y para el trabajo.

Poco a poco comprendí que lo primero iba a ser mi salud. Ya no sólo a raíz de lo que me había ocurrido sino para la posteridad. Nunca nada será más importante que eso. Aquí queda escrito y por favor, recordádmelo si algún día volviese a las andadas.

En próximos posts os contaré que el deporte llegó a mi vida cuál flotador para rescatarme física y psíquicamente.

Ester


sábado, 14 de septiembre de 2013

Hoy cumplo 1 año

Hoy me apetece dar las gracias. Supongo que podría ser un ejercicio bastante sano para cualquiera. Agradecer las cosas que alguien hace por nosotros tiene mérito. En mi caso, hoy se cumple un año desde que renací. Mi fecha de nacimiento dice que lo hice por primera vez el 28 de julio de 1988 pero su pudiera cambiarlo lo haría a día 14 de septiembre de 2012. Felicitadme, hoy cumplo mi primer año de vida.

En este interminable tiempo las he vivido de todos los colores. La mayor parte del tiempo me acompaña un ya más que incómodo amigo llamado 'Dolor' pero si de algo puedo presumir es que quien no me ha abandonado nunca ha sido 'Fuerza de voluntad'. Por el camino de la aceptación a lo que son conceptos como trombosis, ictus, hematólogo, venas, arterias, INR o medias de compresión he vivido un auténtico calvario; no obstante, siempre lo he tratado de hacer con la mayor de mis sonrisas.

El miedo ha estado y está ahí minuto a minuto porqué aún hoy no sé qué puede pasar conmigo. No lo sé yo ni la mayoría de médicos con los que paso consulta casi a diario. Pero prefiero dar las gracias por los días que van pasando y por la enorme cantidad de gente que ha demostrado generosidad, entrega, amistad o amor a lo largo de este periodo.

Os deseo un feliz sábado a todos y aprovecho para desear suerte a mi equipo, que como hace un año, se encuentra a un día de disputar un partido de Liga.

Ester