lunes, 16 de septiembre de 2013

Menos mal que me pasó

"Menos mal que m'ha passat" fueron, tal cual, las frases que balbuceé nada más ver entrar a mis padres en la UCI aquél 14 de septiembre. Pensándolo fríamente, seguro les partí el corazón. Apenas dos horas antes de estar postrada en esa cama y entubada hasta las cejas, el gran Doctor y buen amigo Tomeu Munar me acababa de salvar literalmente la vida.

Tras semanas de dolor en la zona lumbar, después en el vientre y ya más adelante en las piernas; casi por casualidad me plantaba a viernes, día antes de viajar a Pamplona donde el RCD Mallorca jugaría ante Osasuna. Era un gran arranque de Liga porque llevábamos 11 puntos de 15. Todo iba sobre ruedas y ese equipo apuntaba alto. Como era habitual había entrenamiento vespertino y hablaría Joaquín Caparrós. Bien suponía que algún titular daría para que las palabras del técnico llegaran a Madrid o como mucho pensaba que habría alguna novedad en la lista. Mi pensamiento estaba totalmente centrado en esas tareas. En cambio, mi cuerpo no pudo más. Me encontraba realmente mal e incluso no podía ya ni dar un paso en firme. Lloraba a la vez que caminaba y no me podía ni explicar. Dolor en su máxima expresión. No sé ni cómo ni cuando logré llegar a la Policlínica pero ahí estaba Margarita. Mi salvación y mi tormento en toda esta larga historia.

El Dr. Blanco fue quien me comunicó que lo que tenía era algo llamado 'Trombosis Venosa Profunda' y que me iba directa a la UCI. Hacía horas que lloraba y sólo continué haciéndolo hasta que perdí la noción de espacio y lugar.

Este dramático momento fue un punto y a parte. Desde ese entonces (y aunque no lo sabía) dejaba atrás las maratonianas jornadas de trabajo, estrés, preocupación y exceso de responsabilidad que me tenían literalmente absorbida. No había horarios, paréntesis para comer o cenar y lo más preocupante es que dejé a un lado todo lo demás. Ahora lo veo claro pero en ese momento no era capaz que disfrutar de un domingo en familia con mis abuelas, una tarde de sábado con mi madre haciendo la compra o por qué no decirlo, salir de fiesta un viernes por la noche. Todo por y para el trabajo.

Poco a poco comprendí que lo primero iba a ser mi salud. Ya no sólo a raíz de lo que me había ocurrido sino para la posteridad. Nunca nada será más importante que eso. Aquí queda escrito y por favor, recordádmelo si algún día volviese a las andadas.

En próximos posts os contaré que el deporte llegó a mi vida cuál flotador para rescatarme física y psíquicamente.

Ester


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